domingo, 10 de julio de 2011

La primera regla de los maestros del Adán



Doña Miriam nos impuso, allá por aquellos lejanísimos tiempos de losaños setenta, la primera de sus reglas: Un listón de madera, de unoscuarenta centímetros, que para listones nosotros, y que parecía provenirde un tapajuntas de alguna puerta.


Era de color oscura, bien barnizada,de unos cinco centímetros de ancha, y una de las cosas que se le ocurrió fue ponerle un nombre. A nosotros, machotes todos a pesar de estar en laH-10, nos hizo gracia que una mujer nos fuera a dar reglazos.


El feliz nombre se le ocurrió a un tal Antonio, que al poco tuvo el dudoso honor de hacerle los estrenos, pensando como los demás que porque fuera una mujer iba a doler menos. ¡Ja! Cuando me tocó a mí, que a pesar de ser el segundo de la clase no tardé mucho en estrenarme, no había comparación con la potencia de don Calixto: Eran exactamente iguales.


Si el año antes, en tercero, fueron las reglas para una buena confesión, en aquel de cuarto me aprendí de carrerilla los tiempos verbales con aquel compás dos por dos que no se saltan las rebajas: dos reglazos, dos parriba, dos pabajo y media hora la mano ardiendo. Hombre, uno ya no lloraba, porque se iba haciendo grandito, pero yas, cómo escardabaaquello, cristiano.


Catalina, que así se llamaba la bella flor, fue la primera de la claseal año siguiente, en quinto y en la V-3, tan pronto nos sentamos todos en el primer día, se posó la señorita sobre la mesa. Y cuando Javier salió a la pizarra a escribir el dictado, puso “oy”. Al decirle la maestra que se escribe “hoy”, el redomado le contestó que él ya tenía hechos los deberes desde “ayer”, que va sin hache.


Así empezamos octubrede 1975: Unos rezando por la salud de la mano que nos guiaba, y alguno rezando por la salud de su pobre mano.


(Posdata: El primero de aquella clase se llamaba Óscar Miranda Santana,y en el acto de entrega de diplomas, a él doña Miriam le dio un adecuado beso. A mí, que fui el segundo, don Juan Clemente me jincó un besorestregado que todavía me pica. )


Por: Sergio Naranjo.